Luego de una copa
y ya entrada en la segunda me pregunta César
un amigo -muy amigos él y yo-
"¿Hace unos cuántos aňos
era aún possible conjurar coraje
sin recurrir jamás a estímulo?"
"¿Cómo así?" le dije y él que
"Mira a ese hombre
-ese tipo, ese allí- que para sentirse
lo suficiente de valiente
tuvo que ir al pie
de la montaňa más alta del Nepal y
someterse a torturas.
¿Cuántos dedos congelados, cuánta muerte
para arrear el coraje de su corazón?"
"Tal vez," dije
"porque en la vida hoy día no hay desafíos nobles
y parecen tan falsos los que hay."
Y una vez que hagas frente a
los desafíos cínicos
que te pone el culto de becerro de oro
y a la vez que te das cuenta de
la montaňa aún sin conmover
se ha sembrado la semilla del valor
Terminamos nuestras copas
y le pregunté si se tomaba otra;
me sentía tan cerca de una verdad.
Consintió y me dijo
"Pero ¿sabes lo que piense sobre todo esto?
que hay otros retos más difíciles,
como los que vienes hacíendote
a ti mismo,
y no hago alusión a que quieras dejar de
tanto tomar -de otras promesas hablando estoy
de las promesas de siempre que nunca has honrado
como las que compartes conmigo
todas las veces que dices que irías
a andar por el mundo
si tan sólo tuvieras la plata y la iniciativa;
y ¿qué me cuentas del trabajo
que tanto te quema y tan poco te rinde?
¿Acaso eres siervo?
y ¿qué de tus sueňos de algún día ser escritor?
Y una vez que hagas frente a
los desafíos cínicos
que te pones para no tener que descubrir
lo que pueda obrar el corazón
a la vez que de das cuenta de
la montaňa aún sin conmover
se ha sembrado la semilla del valor